EL COMPLICADO PROCESO DE REFORMA DE LA CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES EN LOS AÑOS VEINTE DEL SIGLO PASADO

María del Pilar Díaz Ocejo

 

La amplia documentación conservada en el Archivo Histórico de la Archicofradía de los Dolores, certifica la implicación que tanto la Archicofradía Sacramental como la resultante de su fusión con la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores, ha tenido a lo largo de varias centurias en el proceso constructivo y mantenimiento tanto de la iglesia parroquial de San Juan, como de sus propias capillas.

Uno de los capítulos más curiosos y mejor documentados es la gran reforma llevada a cabo en la capilla de Nuestra Señora de los Dolores entre 1924 y 1926, que se centró en la instalación de una nueva solería de mármol y del zócalo, la restauración de las pinturas al óleo de los muros y su decoración, y la reposición de ventanas y rejas.

Si bien, tanto la elección del arquitecto director de las obras, Fernando Guerrero Strachan, como el interés por parte del hermano mayor, Julio Goux Mignacabal, y de su sobrino y jefe de obras, Carlos Rubio Robles, parecían augurar un proceso sosegado, algunos malentendidos y recelos provocaron una serie de desencuentros entre todos los protagonistas, bien documentados gracias a las notas manuscritas conservadas en al Archivo de la Archicofradía, y que evidencian la preocupación por la calidad del resultado.

En una de estas notas, Carlos Rubio explicaba que Guerrero Strachan había pedido a uno de los encargados, llamado Mariano, que presentara el presupuesto del decorado del camarín, en la forma de antes y para la parte del exterior de enlucido preparado para el óleo, y del zócalo, cuyo montante le pareció caro. Igualmente, hablaba del encargo a Juan Díaz de una reja nueva para la ventana y la reposición del pavimento, y le reprochaba al hermano mayor el que aún no hubiera decidido el zócalo y los cristales. Precisamente, el proyecto Juan Díaz provocaría las quejas de Julio Goux que lo encontraba falto de “gusto y estética”, y mostraba su frustración ante el visto bueno por parte del arquitecto: Sin embargo, como Vds. lo indican, irá conmigo, aunque al ir él, como tiene conocimientos del oficio que yo no tengo, casi huelga mi ida para ese asunto que él ya ha ido antes solo cuando lo ha necesitado y algunas veces, hasta sin saberlo yo.

En otra nota, Carlos Rubio informaba al hermano mayor de que el carpintero ya estaba trabajando en el entarimado para la solería, en contra de la opinión del arquitecto que no era partidario del uso de la madera debido a la humedad del recinto. En cuanto al color, Goux pensaba que debía ser blanco, combinando el zócalo con otros tres tonos más acordes con el resto de la iglesia cuyas capillas, no obstante, presentaban una gran disparidad ornamental que, únicamente se mantenía en la altura del zócalo que el responsable de su realización pretendía elevar a un metro treinta centímetros, superando la altura del altar.

Otra desavenencia vino por el encargo para el dorado pues, mientras Guerrero Strachan prefería a Morgante, la esposa del hermano mayor, que lo consideraba “carero”, había recomendado a Nadales que trabaja bien y es más barato. Esto se sumaba a la decisión del arquitecto de contar para la reposición de las pinturas murales con un pintor con el que trabajaba habitualmente, mientras que el hermano mayor había pedido presupuesto a un tal Padilla, un profesional de su confianza para este cometido que a, su parecer, no necesitaba tanta especulación.

También el jefe de obras expresaba sus desavenencias con Joaquín, el responsable del equipo de carpinteros, al percatarse de que únicamente había un carpintero trabajando en la reparación de la escalera y de que facturaba más horas de las trabajadas en el retablo.

La tensión entre le hermano mayor y el jefe de obras se agravó debido a un inoportuno resfriado que impidió temporalmente a Goux supervisar los trabajos. Ante este imprevisto, Carlos Rubio decidió continuar con la nueva fase sin su autorización. El asunto quedó zanjado en una nota en la que éste se disculpaba: […] mi deseo es poder irlo haciendo a su gusto, […] y en la parte de la ornamentación que es la más penosa y costosa. Estoy dispuesto a que se haga como sea a su gusto de Vd. […] que al cabo de sus años de Hermano Mayor, tenga gusto en que esa restauración se haga en condiciones que quede ostensible ese fervor que por la Stma. Virgen debemos tener […].

Pese a todas las circunstancias narradas, el resultado fue del agrado general y, en el mes de mayo de 1926, el hermano mayor recibió una nota de su sobrino felicitándolo por la realización de las obras e intentando consolarlo por todos los sinsabores y por todos los gastos extraordinarios que le habían supuesto: […] ya debe V. dar al olvido todo lo que con la capilla ha pasado V. en honor de la Virgen. En todo pasa igual piensa uno gastarse como uno y luego […].

Según los datos aportados por Carlos Rubio, el coste total de la obra alcanzó las 8.000 ptas. El recinto quedaría completado en 1928 con el nuevo alumbrado encargado a la empresa Taillefer S.A., que consistía en la instalación de cuarenta y dos lámparas para la puerta del Camarín, por un total de 238,20 ptas., además de la parte del retablo donde se instalarían otras setenta y cuatro con forma de vela, por una suma de 332,70 ptas.

Desafortunadamente, con el asalto a la iglesia de San Juan en mayo de 1931, el resultado de todos estos esfuerzos desaparecería para siempre.

Pies de las ilustraciones:
1. El arquitecto Fernando Guerrero Strachan
2. Plano de Guerrero Strachan de las reformas de la Capilla y su Sacristía.
3. Carlos Rubio Robles
4. Carta de Guerrero Strachan a Julio Goux sobre pormenores de la obra.
5. Citación a los hermanos para la inauguración de la Capilla.