EL TRONO DE NTRA. SRA. DE LOS DOLORES

Las primeras referencias al trono de Nuestra Señora de los Dolores las tenemos en el inventario firmado en 1751, en el que textualmente se dice: tiene dcha. Imagen un trono de plata de martillo sinselado[1]. Este trono disponía de cuatro caidas o faldones de tela y era portado por ocho hombres para los que se disponía de sus correspondientes horquillas y almohadillas.

Años después, en 1791, el platero Francisco Rodríguez recibe un importante encargo por parte de la Hermandad: la platería de un nuevo trono, para el que debía aprovechar las más de 23 libras de plata pertenecientes al trono antiguo. En el proyecto, que partía de los diseños del imaginero Antonio de Medina, participaban también el cincelador portugués José Pereira y el escultor Luis Narváez, quien realizaría nuevos ángeles y serafines y retocaría los antiguos, finalizándose en 1792. A esta nómina de artistas, detallada en diversa documentación del Archivo, nos atrevemos a sumar al también platero Francisco González, documentado en Málaga precisamente entre 1791 y 1799. A él pudimos atribuir, al estampar su marca, “F.GONZ” en cada una de las piezas, un conjunto de doce guirnaldas de plata en forma de media luna y decoradas con motivos florales. De ellas comprobamos, además, que existía una clara referencia gráfica en la patente de Hermano de la Archicofradía de mediados del siglo XIX. Esta magnífica reincorporación al patrimonio de la Hermandad, por otra parte uno de los pocos vestigios de aquel antiguo trono de carrete, se produjo hace tan solo unos años con su entrega a la Corporación por parte de Dª. María Luisa Verdaguer, viuda de quien fuera Teniente Hermano Mayor y Consejero de la Archicofradía, D. Carlos Rubio Goux (q.e.p.d.).

Angelitos en peana Virgen

El trono contaba también en su frente con cuatro azucenas de plata de ley en las que se colocaban las flores, y cuatro faldones de raso liso con galón falso de plata. Los hierros que sostenían la cola del manto de la Virgen se cubrían con una tela de holandilla negra, siendo de este mismo tejido las túnicas de los horquilleros, cuyo número aumentará ahora a diez, distribuidos en tres varales.

En 1837 el platero Miguel Martínez y el carpintero Gabriel de Torres, dado el mal estado en que se encontraba el trono debido a haberse apolillado, realizan uno nuevo reutilizando la plata restante de la fundición del anterior[2]. Afortunadamente se conservó una fotografía por la que conocemos aquella obra decimonónica, con buena parte de la peana decorada con placas de plata, y en los bordes superiores con bandas de nubes del mismo metal en la que se intercalan cabezas de ángeles. En las esquinas (aunque en la foto no se aprecia, suponemos que también en las traseras) se ubicaban ángeles con los atributos de la pasión. Otra pareja de ángeles turiferarios iba colocada por encima de éstos, organizando en vertical una auténtica corte celestial en torno a Nuestra Señora de los Dolores. La Virgen iba ataviada al uso de la época, con toca blanca y manto dejando el rostro libre de blondas, daga larga (afortunadamente conservada) y la “galleta” rematada de estrellas detrás de la cabeza. Se confeccionaron también nuevos adornos para la peana[3], como 16 borlas con sus correspondientes cordones de alambre de plata, que irían intercaladas entre las medias lunas de plata.

 El conjunto será limpiado y restaurado en varias ocasiones: en 1867 el platero Plácido Abela realizará diversos trabajos de limpieza del trono y José Arias Ramírez retocará a Nuestra Señora de los Dolores y las nubes de ángeles[4], siendo restaurados dos de los ángeles de bulto redondo en 1894 por Rafael Gutiérrez[5].

Lamentablemente aquel trono de Nuestra Señora de los Dolores sufrió terribles destrozos en el saqueo de la iglesia de San Juan del 12 de mayo de 1931, que se analizan en detalle en otro capítulo de este libro, destrozos de los que solo quedó la propia peana de carrete, desprovista de sus adornos de plata, una parte de la bandas de nube de plata con cabezas de ángeles y tres ángeles de bulto redondo.

Angelitos antiguo trono Virgen

La Archicofradía solicita presupuesto a Navas Parejo sobre restauración de la imagen de la Virgen, la  peana y los ángeles. El artista de Álora firma un presupuesto en febrero de 1932 en el que evalúa los costes de la restauración de la peana (sin los adornos de plata) y los de cuatro ángeles de rodillas, dos con mundo de plata, y otros dos ángeles desnudos que vendrían a sustituir a los ángeles turiferarios vestidos. Además incluye en dicho presupuesto una estimación de la plata necesaria para restituir la peana a su estado original[6].

Como ya comentamos en el capítulo citado, la Archicofradía restaurará en primer lugar la imagen de la Virgen, que se perdería definitivamente con el estallido de la Guerra en julio de 1936. Sin embargo el resto de los objetos que se enviaron a aquellos talleres granadinos permanecieron allí, lo que a la larga garantizó su conservación. Los ángeles, la banda de nubes y la peana fueron intervenidos. Se restauraron los 3 ángeles y se hizo uno nuevo, aunque no se policromaron[7]. La peana, que se restauró con fidelidad a la original al contar el artista con la foto que se conserva del antiguo trono, se consolidó, quedando forrada de madera y preparada para pintar[8].

Los intentos por recuperar la platería de la peana y finalizar la restauración de los ángeles no acabarán aquí. En 1949 se solicita al repujador sevillano Manuel Seco Velasco un nuevo presupuesto para su restauración, que será desestimado al no poseer la Hermandad recursos suficientes para pagar las 4.500 pts. en las que se evaluaban los trabajos. No obstante, en 1950 se lleva a cabo por artistas locales la confección de una nueva peana y la restauración de los ángeles. Con respecto a la primera, el ebanista Emilio Suárez, presentará un presupuesto de dorado y barnizado de una peana para la Virgen de los Dolores que quedó terminada a finales de enero de 1950[9]. La pieza barnizada en tono caoba, llevaba todas las molduras doradas con oro bruñido, cuya pátina se finalizó en la iglesia para aportarle el mismo tono que el retablo. Actualmente esta peana se sigue utilizando con el acople de unos varales, cuando ha habido que trasladar a la Virgen de los Dolores.

La peana original de la Virgen permaneció sin ninguna decoración hasta el año 2001, en el que con ocasión del bicentenario de la agregación de la Hermandad de los Dolores a la Sacramental de San Juan, se decoró con unas sencillas cenefas de plata que circundan las aristas superiores el nudo central del carrete, y se le restituyeron, como comentamos más arriba, las guirnaldas de plata del siglo XVIII, felizmente recuperadas ese año y, poco después, las borlas ya comentadas.

En cuanto a los ángeles, solo se han conservado cuatro de los que desconocemos a ciencia cierta su autoría aunque, como comentamos anteriormente, a finales del siglo XVIII el escultor Luis Narváez sería el encargado de restaurarlos y confeccionar otros nuevos. Según el inventario de 1799, existían entonces una pareja de ángeles de rodillas que levantaban con una mano los atributos de la Pasión, otros dos turiferarios y otros cuatro que sostenían la cola del manto de Nuestra Señora de los Dolores. El conjunto se completaba con seis serafines en dos nubes de plata colocados a los lados superior del trono[10].  En el inventario de 1842, aparecen cuatro ángeles más de postura sentados colocados en el retablo, y en una nota se dice que en vez de seis serafines había nueve[11].

Como hemos mencionado, a lo largo del siglo XIX los ángeles serán restaurados en varias ocasiones, y en el siglo XX tras la mencionada intervención de José Navas Parejo, se produce la de Pedro Pérez Hidalgo, que les cambiara la postura de las manos[12]. Por otra parte las bandas de nubes de plata con las cabezas de angelitos se recompusieron en una sola que se obtuvo de las dos que habían sobrevivido a los destrozos de los años 30, una con tres cabezas y otra con una.

                Recientemente la Archicofradía ha restaurado de nuevo las imágenes de los ángeles en una intervención en la que, entre otros trabajos,  se han repuesto elementos perdidos y se ha recuperado la policromía original, eliminando los sucesivos repintes y reintegrando de nuevo el color solo en las zonas donde se ha perdido, utilizándose para ello materiales reversibles y distinguibles de los originales.

 

[1] A.H.A.D.S.J. Libro de Imbentario del Y Alajas que tienen la her/mandad de N.ªS.ª de los Dolores en la Iglesia parroquial de s.r s.n Juan desta Ciudad, 1747-1793, fol.1.

[2] A.H.A.D.S.J. Leg.2,p.6,d.62. Cuenta del gasto del Trono Nuevo

[3] A.H.A.D.S.J. Leg.1.p.20.d.5.

[4] A.H.A.D.S.J. Leg.1.p.23.docs. 1, 2 y 3.

[5] A.H.A.D.S.J. Leg.6.p..1.d.250.

[6] A.H.A.D.S.J. Leg.8. p.1. d.30.

[7] A.H.A.D.S.J. Leg.8. p.1. d.38.

[8] A.H.A.D.S.J. Leg.8. p.1. d.42.

[9] A.H.A.D.S.J. Leg.8. p.2. d.23.

[10] A.H.A.D.S.J. Lib.10. Fundación de la Hermandad de Ntra. Sra. de Dolores, de San Juan, y Inbentarios del años 1799 y 1842. Nº 21. fol. 7v.

[11] Ibid, fol.54.

[12] A.H.A.D.S.J. Leg.8.p.2.d.26