Juan Cristóbal Jurado Vela
Ldo. en Derecho
Los archivos históricos de nuestras hermandades y cofradías son una fuente fundamental, a la vez que sorprendente, de conocimiento tanto de este tipo de entidades como de la propia ciudad en sí misma, y de la que estas corporaciones forman parte indivisible. Tal es el caso del Archivo Histórico de la Archicofradía de los Dolores de San Juan, en el que se custodia, además de la documentación histórica de esta cofradía, una buena parte del fondo documental de una hermandad extinta, la del Rosario de Ntra. Sra. de la Concepción, y cuya sede canónica también era la Iglesia Parroquial de San Juan.
Este mes de octubre, dedicado especialmente por la Iglesia católica al Santo Rosario, es buena oportunidad para aportar algunas referencias sobre esta Hermandad, desaparecida posiblemente a mediados del siglo XIX, y su capilla.
Según se desprende del estudio de la documentación conservada, la Congregación del Rosario de San Juan respondía plenamente al paradigma rosariano establecido a finales del siglo XVII por el dominico fray Pedro de Santa María de Ulloa y por el capuchino fray Pablo de Cádiz, y que se concretaba en el rezo avemariano a coros, su práctica callejera y la definición del cortejo de este tipo de hermandades.
Fundada con anterioridad a 1728, en el pleito que mantiene con la Archicofradía del Rosario del cercano Convento de Santo Domingo, la Hermandad de la Parroquia de San Juan se autoproclama como la más antigua de esta tipología en nuestra ciudad. Aunque debemos interpretar este dato como que sería la que contaba con las reglas aprobadas en un momento más temprano, ya que sabemos que tanto el Rosario de la Aurora María, como el de la Aurora del Espíritu Santo se fundaron en 1690 y 1691, respectivamente. En torno a las mismas fechas que el de San Juan tendría su germen también el Rosario de la Parroquia de los Santos Mártires.
La capilla del Rosario de Ntra. Sra. de la Concepción era la tercera de la nave del Evangelio, contada desde los pies de la Iglesia. El 2 de abril de 1728 Ciriaco Navarro y Carrasco, patrono de la capilla de San Ildefonso, eleva a escritura pública ante el escribano Nicolás Eusebio del Castillo la cesión de dicha capilla a la Congregación del Santo Rosario de Ntra. Sra. de la Concepción, con la condición de que en ella la Hermandad erigiese un altar y se pusiese la Santa Cruz.
Esta capilla contaba con un retablo del cual no tenemos descripción de su arquitectura. Sin embargo, sí sabemos que en su centro se dispuso un lienzo con la imagen de San Ildefonso, de acuerdo con el deseo del cedente de que este espacio continuase presidiéndolo este Doctor de la Iglesia. Además, en su parte superior, había otra pintura, esta vez de la Inmaculada Concepción. El retablo también se adornaba con cuatro ángeles, una efigie de Santiago Apóstol y otra de San Juan Bautista, siendo estas últimas “de à vara cada una” y costeadas por la propia corporación rosariana en 1765, ascendiendo su hechura a 480 reales de vellón.
En el retablo de la capilla del Rosario de la Parroquia de San Juan había igualmente un sagrario, con llave de plata, unas cortinas de terciopelo rosado con galón de oro y su lámpara.
Son numerosas las anotaciones en los libros de cargo y data referidas al adorno de la capilla y de su retablo. Así, con carácter ordinario contaban con numerosos ramos de flores de talco, de plata o pintados de colores, azucenas de cristal, candelabros de madera de distintos tamaños de colores azul y blanco, y faroles de metal. Especial importancia tenía el profuso exorno de la capilla y de su retablo para los cultos principales de la corporación, siendo aquella el ámbito en el que se desarrollaban las funciones y novenarios de Iglesia.
Por otro lado, las indulgencias concedidas a la corporación se exhibían en un marco en lugar preeminente, para que fuesen de público conocimiento; mientras que en la mesa del altar se ubicaban dos atriles y la cruz.
La decoración de esta capilla del templo de San Juan se completaba con dos arañas de lata con guarnición de cristal. Curiosamente, también había cuatro huevos de avestruz.
Para el uso de la capilla la Hermandad también contaba con el ajuar necesario, tanto de mantelería, como de frontales y randas para la mesa, esteras de junco y esparto para el suelo, y un banco de espaldar con cajón y cerradura para la custodia de determinados de estos efectos. Por su parte, los libros y demás documentación de la corporación se custodiaban en una taquilla situada al lado derecho al retablo, bajo tres llaves.
En lo que a imaginería se refiere, en la capilla recibía culto el Santo Cristo sobre una repisa o peana. Se trataba de una imagen de un crucificado, de tamaño académico, que era utilizado por la Congregación en los rosarios penitenciales y de difuntos. Este Santo Cristo, además de contar con sus propias purezas en diversos colores, también tenía piezas de orfebrería propias, así como velos para cubrirlo en el tiempo litúrgico correspondiente.
No es hasta 1820 cuando en los inventarios de la Congregación se constata la existencia de una imagen mariana bajo la advocación del Rosario, aunque se tiene constancia de una procesión con una imagen de la Virgen en la festividad de San Juan de 1797, pudiendo tratarse de la misma imagen. Este icono al que nos referimos contaba con un Niño Jesús en sus brazos, y se disponía en la capilla dentro de una urna con peana de madera y un trono dorado. La Virgen del Rosario contaba con dos juegos de coronas y cetros de plata, una media luna de cobre plateado con tres piedras de colores, así como con numerosas alhajas de oro, plata, esmeraldas y brillantes. Durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX, esta Virgen del Rosario recibió culto en diversas capillas del templo, como fueron la del Sagrario y la actual del Perpetuo Socorro.
No obstante, no fue ésta la única imagen mariana que históricamente estuvo ubicada en la capilla del Rosario de San Juan. En 1901 una talla, conocida como la Virgen de la Antigua, daba nombre a esta capilla y recibía culto en el testero derecho de la misma. Por sus rasgos estilísticos conocidos, sería obra del siglo XVI y de buena factura. La Virgen de la Antigua representaba una sagrada maternidad, de talla completa, erguida y que sostenía al Niño Jesús con su mano izquierda. La imagen fue restaurada en 1935 por Francisco Palma García de los daños que sufrió en los luctuosos sucesos de mayo de 1931, desapareciendo definitivamente en 1936. Su advocación, quizás, serviría para diferenciarla de la talla que hemos comentado anteriormente, como ocurrió en el caso de la dualidad iconográfica de la Archicofradía del Rosario del Convento de Santo Domingo.
En esta antigua capilla del Rosario de San Juan también se dispuso, a lo largo del siglo XX, una gruta con la Virgen de Lourdes. Ya en años más recientes recibió culto en ella el Simpecado de la Hermandad del Rocío de Málaga-La Caleta.
Pies de foto:
- Virgen de la Antigua en la capilla del Rosario de San Juan, antes de 1931. Fuente: Legado Temboury.
- Fotografías de la Virgen de la Antigua en 1935, tras la intervención a que fue sometida a cargo de Francisco Palma García tras haber sido parcialmente destruida en 1931. Fuente: Legado Temboury
- Imagen actual de la Capilla de la Hermandad del Rosario de San Juan.
- Libro de Inventario de Bienes de la Hermandad del Rosario de San Juan. Archivo Histórico de la Archicofradía de los Dolores.