La Memoria de José Benítez y Quirós Méndez de Sotomayor

Federico Castellón Serrano

Responsable del Archivo Histórico

 

En la documentación de nuestro Archivo Histórico contamos con varias referencias a nuestro hermano José Benítez en relación a la Memoria que fundó para la celebración en el mes de septiembre de los Dolores Gloriosos de María. Sin embargo, teníamos un desconocimiento absoluto sobre el contenido de esta manda piadosa que ahora hemos podido esclarecer con la localización de su testamento en el Archivo Histórico Provincial de Málaga. Dada la importancia del documento para la historia de los cultos de la Archicofradía, adelantamos ahora un avance sobre la cuestión, que merecerá, más adelante, un análisis en profundidad.

José Benítez y Quirós Méndez de Sotomayor fue regidor perpetuo de la ciudad de Málaga, cargo vitalicio que recibió en heredad al haberlo ostentado también su padre. Como caballero capitular, miembro de la élite local, amasó una gran fortuna, constituida por numerosas propiedades urbanas y agrícolas.

La primera referencia sobre el personaje en la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores aparece en libro 3 sobre asiento de los Hermanos de 1790, en el que consta que José Benítez y Quirós fue recibido el 9 de abril de 1748; su mujer, Teresa Fuente el Saz, fue recibida el 24 de abril de 1768. En 1789, en el libro de cuentas de entradas y luminarias (libro 4. 1789-1802), aparece al día en sus pagos a la Hermandad, como José Benítez Méndez.

Pero la primera referencia que tenemos de su Memoria sobre los Dolores Gloriosos se registra, en el escrito que Gregorio Martínez (su administrador testamentario) cursa a la Hermandad, el 27 de abril de 1797, sobre la «aceptación de la memoria que dexo D. Joseph Benitez Mendez» (libro 10, folio 18v.). En el mismo libro se hace constar la donación a la Virgen de los Dolores de su anillo de oro y diamantes, como también hemos podido corroborar en su testamento. Algo más tarde, en abril de 1800, encontramos, en el libro felizmente rescatado en el año 2014 de Actas de Cabildos y Cuentas, 1795-1807 (libro 29), la mención de compra de dos incensarios a costa del fondo para ropa o alhajas para la Virgen de los Dolores “que dejó ntro. difunto hermano D. José Benítez”. No sabíamos hasta ahora el contenido de dicha Memoria, pero nuestro Archivo nos da noticias de cómo iba menguando su caudal y de su definitiva extinción. En este sentido, la primera señal se registra en el mencionado libro de asiento de hermanos. En el recibimiento de José del Pino, el 18 de marzo de 1834, se documenta, por el Hermano Mayor, Don Juan Prolongo, el pago en especie de sus luminarias, por sus trabajos como carpintero para las distintas funciones religiosas de la Archicofradía, incluida la de septiembre de la que se especifica que se montaría “si sigue la memoria del por Benitez” [SIC]. Años después, en una carta al párroco de San Juan, fechada en 1879 (Leg.9.p.13.d.12) el Hermano Mayor, Francisco Abela Spiteri,  expresa al presbítero su enérgica queja al haberse suprimido por primera vez la exposición de la imagen de la Virgen, durante el jubileo fundado a la memoria de D. José Benítez y Quirós, “en honra y culto a dicha Sagrada Imagen” especificando que “si bien los fondos de la institución han sido mermados no han sido estinguidos [SIC] y por tanto ha debido respetarse la voluntad del fundador”.

La constancia de la desaparición definitiva del caudal de la Memoria nos la da el libro de Estatutos de 1891 (libro 24) en cuyo artículo 1º, apartado 3º se “da por redimida la memoria que para la celebración de la festividad y octavario de los Dolores Gloriosos de María Santísima instituyera en honra de nuestra Augusta Titular su piadoso cofrade el Sr. Don José Benítez y Quirós”.

Tras la localización del testamento del Regidor hemos podido saber los términos de aquella generosa memoria que por los límites temporales, conocidos por los datos expuestos, pudo durar algo más de 80 años. En líneas generales y a expensas de la realización de un estudio en profundidad del mismo, Benítez, que era viudo y sin hijos, reparte en usufructo o propiedad parte de sus cuantiosos bienes entre la ahijada de su mujer y su sobrina, pero declara como heredera universal a su propia alma, estableciendo una fundación piadosa que administraría la mayor parte de sus propiedades y censos, caudal que además se incrementaría con los bienes cedidos en usufructo a la ahijada de su mujer, Ignacia Domeq, al fallecimiento de ésta.

José Benítez nombra como primer Capellán de la fundación a su propio administrador Gregorio Martínez, con plenos y únicos poderes para la cobranza de sus rentas y censos. De estos ingresos tendría que gastar lo necesario en las obras de mantenimiento de aquellos bienes e invertir la cantidad resultante en las memorias y cultos establecidos a favor de la redención de su alma. El Regidor también establece que a Gregorio Martínez le suceda en el cargo su hijo y posteriormente sus descendientes hereditarios. La fundación contaría también con tres patronos: el beneficiado más antiguo de la parroquia de San Juan, el Padre Prior del Convento del Carmen y el Prepósito de los Clérigos Menores, que comprobarían el cumplimiento de las disposiciones testamentarias sobre la fundación.

El Capellán llevaría un libro de cuentas con todos los ingresos y gastos y conservaría los correspondientes recibos, que se guardarían en un estante o archivo con cuatro llaves: tres para cada uno de los patronos y otra para él mismo. Como lugares donde establecer este archivo se contemplaban la Sacristía de la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, en la iglesia de San Juan, el Convento de las Carmelitas Descalzas o el de los Clérigos Menores.

Toda esta estructura económico-administrativa tenía que repartir anualmente el caudal producido en tres partes que se dedicarían a la memoria dedicada al Octavario de San José, a la memoria dedicada al Octavario de Nuestra Señora de los Dolores y al mantenimiento de la capellanía. Se establecían también la celebración por el alma del Regidor de 180 misas al año, “día sí y día no”, en la parroquia de los Mártires, y la celebración de los Difuntos en los últimos días de octubre, de uno a tres días, dependiendo de los fondos sobrantes de la celebración de los dos octavarios.

Las estipulaciones para los dos octavarios eran idénticas. Las funciones principales se iniciaban el día de San José, en el Convento de San José de las Carmelitas Descalzas, y el domingo estipulado para los Dolores Gloriosos (la celebración el 15 de septiembre no fue instituida hasta 1814), en la iglesia de San Juan. Con Nuestra Señora de los Dolores, situada en la Capilla Mayor de la parroquia, los cultos se desarrollaban con la exposición del Santísimo y la circulación del Jubileo de la XL horas; cada día se celebraba una misa mayor cantada “a Diaconos” [SIC] y otras tres rezadas, a las once, once y media y doce, dándose limosna en cada una de ellas. Las memorias cubrían los gastos de los celebrantes, gastos de parroquia, sacristanes, lavado de ropas talares, cera, incienso, hostias y vino, el desayuno de los presbíteros los días de la advocación, organistas, “el muchacho que levanta los fuelles”, salmistas, cantor y mandaderos. Además, se proveía la asistencia de los hermanos y se dedicaba una partida al montaje y desmontaje del túmulo, que se instalaría en memoria del difunto donante. En el caso del Octavario de Nuestra Señora de los Dolores el orador del primer día sería elegido por el Hermano Mayor de la Hermandad y los restantes por el Capellán.

Redescubrimos con este documento el esplendor con el que se celebraron los Dolores Gloriosos de Nuestra Señora, equiparable a los de su Septenario, al amparo de la generosa Memoria que legó don José Benítez y Quirós Méndez de Sotomayor. El próximo documento del mes profundizará en algunos aspectos de aquellos cultos.

 

Ilustraciones:
1. Recibimiento como hermanos de José Benítez y su mujer.
2. Apunte sobre recepción del documento de la Memoria en el archivo de la Hermandad.
3. Carta del Hermano Mayor Francisco Abela expresando su queja al párroco de San Juan.
4. Testamento de José Benitez. A.H.P.MA. Legajo 3.693, folios 51 a 110. Escribanía de Juan de Rivera.