OTROS ENSERES DE LA HERMANDAD

Además de todo lo necesario para atender la capilla y la procesión, la Hermandad disponía de otros materiales destinados al almacenaje de enseres, demandas y cepos para pedir limosna para la financiación de culto y  procesión, e incluso un bombo de hojalata con bolas blancas y negras para las votaciones de Juntas y Cabildos, como se documentaba en el inventario de 1842[1].

También eran necesarios otros enseres para actividades específicas como la asistencia de viático y entierro de los hermanos. Con respecto al primero, la hermandad organizaba una procesión en la que 24 hermanos acompañaban al sacerdote hasta el domicilio del moribundo, portando faroles de mano, que en un principio eran alquilados (en el último tercio del XIX a real por farol) y finalmente pasaron a ser de propiedad. Por el testimonio de varios hermanos sabemos que varios faroles se conservaron en dependencias parroquiales hasta la década de los ochenta del pasado siglo, fechas en las que incomprensiblemente se perdieron definitivamente. También se disponía de un altar portátil para el Viático, dotado con un crucifijo[2].

Muerto el cofrade se alquilaban unos capotes de animas que vestían los hermanos para la conducción del cadáver a la parroquia. También, para este fúnebre menester la Archicofradía disponía a fines del XVIII de una caxa para los hermanos que no la llevan propia[3]. Dicha caja se cubría con un paño mortuorio de felpa negra con borlas, en el que iba bordado un escudo con la imagen de la Virgen.

Para instalar al finado en la iglesia para la misa de cuerpo presente, se disponía de una camilla de madera de ciprés, teñida en negro con sus cuatro pedestales barnizados, compuestos de columnas con capiteles y basas. En la camilla, que contaba con una colgadura completa de damasco con flecos y galón de plata, se colocaba un escudo pintado al óleo con la imagen de Nuestra Señora de los Dolores. Para aportar mayor magnificencia a las honras fúnebres se montaba el catafalco que era de madera pino pintada en jaspeado, con cuatro jarrones también de madera pintada, y disponía de urna funeraria [4].

Otro elemento de gran importancia pata la Hermandad era el altar portátil, que en 1799 se componía con seis borriquetas sobre una tarima, y disponía de una tabla para el altar, tres gradas con molduras doradas, dos mesas con aparadores y lienzos en los costados[5]. El altar se estuvo montando hasta bien entrado el siglo XX, con motivo del Septenario y la festividad de los Dolores Gloriosos de la Virgen.

En 1842, tras la fusión de la Hermandad de los Dolores y la Archicofradía Sacramental se menciona en varias ocasiones el altar del Sacramento, para el que creemos que se utilizaría el altar portátil mencionado o el altar fijo de la capilla, al no haber constancia en los inventarios de una estructura específica para este fin, a los que se les acoplaría un frontal de tela de damasco con galón y fleco de plata[6].

 

[1] A.H.A.D.S.J. Lib.10. fol, 61v.

[2] A.H.A.D.S.J. Lib.10. fol, **.

[3] A.H.A.D.S.J. Lib10. fol.16

[4] Todos los detalles de los enseres existentes para entierros se han obtenido del A.H.A.D.S.J. Libro 10.

[5] Ibid. fol. 14v.

[6] Ibid. fol. 57v.