LA DECISIVA PARTICIPACIÓN DEL PRESBÍTERO JOSÉ SANZ DE ORNA

Andrés Camino Romero

Historiador

 

La figura del presbítero José Sanz de Orna está indisolublemente unida a la historia de la Hermandad -hoy día Archicofradía- de Nuestra Señora de los Dolores de San Juan, pues gracias a su tenacidad esta institución penitencial, surgida en 1688, no desapareció en el siglo XIX, manteniéndose en el concierto procesional malacitano.

Por desgracia ningún dato personal ha podido recabarse de este hombre de Dios. Se desconoce, por tanto, la fecha y el lugar de nacimiento y defunción, así como la ciudad donde realizó los estudios eclesiásticos para adquirir la condición de presbítero. No obstante, y por deducción, se puede afirmar que vino al mundo en el Siglo de las Luces y falleció en el transcurso de la centuria decimonónica.

Sí se sabe, en cambio, que ingresó en la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores el 23 de agosto de 1787. Seis años después, el 20 de julio de 1793, solicitaría la baja “por justos y razonables motivos”, como así consta en el registro de hermanos. Sin embargo, en el cabildo celebrado el 4 de mayo de 1794, sorpresivamente se trataba la solicitud de ingreso presentada por Sanz de Orna, quedando nuevamente admitido como tal. En su primera etapa, ejerció el cargo de hermano mayor o mayordomo en los períodos 1789 y 1790, y 1791 y 1792. Representó, junto al también mayordomo Carlos Testa, a la hermandad en el cumplimiento de lo exigido por las Leyes del Reino, presentando el 16 de mayo de 1790 “al Consejo [de Castilla] las Ordenanzas que han formado para su régimen y gobierno (no se habían revisado ni reformado desde 1688) solicitando la aprobación de ellas”. El referido consejo dio traslado al fiscal de la Audiencia de Granada, jurisdicción a la que pertenecía Málaga, para el correspondiente estudio del expediente.

En su segunda etapa, ya reincorporado en 1794, hubo de realizar un ímprobo esfuerzo para la supervivencia de la hermandad. Seis años más tarde, el 4 de septiembre de 1800, el fiscal de la Audiencia granadina que instruía el expediente de Reconocimiento y Aprobación de las Ordenanzas de la Hermandad de los Dolores, disponía que, por parte de las Juntas de Caridad, se suspendiesen interinamente sus cabildos y se embargasen los bienes, y que éstas dictaminasen si convenía suprimirla, conmutarla o habilitarla, uniéndose a la Sacramental de su parroquia. Nada más conocerse la noticia, dieciocho hermanos de los Dolores de San Juan entre los que, lógicamente, se encontraba el presbítero Sanz de Orna, se reunieron el 14 de septiembre en la sacristía de la iglesia parroquial de San Juan con el fin de “conservar” la hermandad y el culto de su “Soberana Ymagen”. Asimismo acordaron reformar las antiguas Constituciones, siguiendo las instrucciones recomendadas por las Leyes del Reino y dirigiéndolas al Consejo de Castilla. En esa asamblea, la hermandad, deseosa de agilizar los trámites de aprobación, designó al procurador de la Chancillería Manuel Antonio Navarro y al presbítero José Sanz para que representasen a la corporación en cualquier diligencia, acto y gestión judicial o extrajudicial. A finales de mes, Sanz de Orna, haciendo uso del poder conferido, solicitaba del Real Consejo la aprobación de las Constituciones o, de lo contrario, se le informara de los impedimentos que encontraba en su texto.

Por su parte, el fiscal de la Audiencia de Granada dictaminaba el 3 de octubre de 1800 que el expediente de Reconocimiento y Aprobación de las Ordenanzas de la Hermandad de los Dolores debía ser revisado por la Junta de Caridad pero, al no existir ésta en Málaga, se ocuparía de ello el Ayuntamiento, según el Real Decreto de Arreglo de Cofradías, suspendiéndola e interviniéndole sus bienes “hasta que se bea y decida si combiene suprimirla, conmutarla, o abilitarla uniéndose a las Sacramentales de la Parroquia”.

Al mes siguiente, el día 28, Pedro Trujillo, Brigadier de los Reales Ejércitos y Gobernador Militar y Político de esta Plaza, siguiendo el despacho del Real Acuerdo de la Chancillería, citaba a los hermanos de Nuestra Señora de los Dolores, a través de sus mayordomos, y les hacía saber que: “no procedan a celebrar juntas, función ni acto alguno de hermandad hasta que se verifique la aprovasion de sus Constitusiones por el Rl y Supmo Consejo”.

A primeros de diciembre, se convocó una reunión en el domicilio (una práctica habitual en el siglo XVIII y mantenida, por lo menos, hasta el XX) de Bernardo Salanne, uno de los mayordomos de la hermandad, a la que acudieron componentes de la junta de gobierno: Bernardo Salanne y Rodrigo Sánchez, mayordomos; Francisco Naudi y Antonio Martínez de Tejada, albaceas; el presbítero José Sanz de Orna, secretario-archivista; José Peralta, clavero; y Francisco Rodríguez, sacristán; y varios hermanos, comunicándosele la decisión adoptada en el Real Acuerdo.

El 26 de marzo de 1801, el fiscal de la Audiencia de Granada comunicaba que la Hermandad de los Dolores debía desaparecer porque “no tiene aprovasion Real ni Eclesiastica”, puesto que los artículos 2, 5, 6, 10, 11, 12, 13 y 16, respectivamente, no se ajustaban a la ley vigente.

Con esta resolución, los hermanos de los Dolores de San Juan no tuvieron más opciones, para continuar mantenimiento el culto a la imagen de Nuestra Señora, que unirse a la Cofradía del Santísimo Sacramento, fundada por los Reyes Católicos en 1487, con bula del Sumo Pontífice Inocencio VIII y confirmada por las de Benedicto XIV, en 1747, y por las tres bulas de Pío VII, en 1800.

Por medio de la Real Cédula de Carlos IV, fechada el 28 de noviembre de 1801, la Hermandad de los Dolores quedaba incorporada a la Cofradía Sacramental de la parroquia. A partir de ahora, sus fines estatutarios se ampliarían, contemplándose la práctica de los cultos eucarísticos como exposición del Santísimo, jubileo, viático, procesiones de impedidos, etc.

El presbítero José Sanz de Orna, uno de los principales defensores y valedores del mantenimiento de la Hermandad de los Dolores en los círculos procesionales, sería elegido en 1802 hermano mayor de la Archicofradía Sacramental de Nuestra Señora de los Dolores. Un nombramiento merecido a tenor de los muchos temporales burocráticos con los que tuvo que combatir en un período especialmente delicado para la subsistencia de las hermandades y cofradías pasionistas.

1.-Retrato idealizado del presbítero José Sanz de Orna (Dibujo de Alberto Jesús Palomo Cruz).

2.-Placa de mayordomía de Nuestra Señora de los Dolores (Foto: Daniel González González).

3.-Reunión de los cofrades de los Dolores de San Juan, celebrada el 1 de diciembre de 1800. Archivo Histórico Archicofradía de los Dolores de San Juan.

4.- Recreación del retablo de Ntra. Sra. de los Dolores a comienzos del siglo XIX (Dibujo de Carlos Castellón Serrano). Archivo Histórico Archicofradía de los Dolores de San Juan.

5.- Solicitud de indulgencias a quien rezare la oración compuesta a Ntra. Sra. de Dolores. José Sanz y Carlos Testa. 2 de junio de 1790. Archivo Histórico Archicofradía de los Dolores de San Juan.

6.- Antigua imagen de Ntra. Sra. de los Dolores dispuesta en su altar para el Septenario. (1920-1930). Archivo Histórico Archicofradía de los Dolores de San Juan.