Alpaca plateada -sección de la Virgen, 1989- y plata de ley -sección del Cristo, 2003-.
Talleres de los Hermanos Marín -placa de la sección de la Virgen- y talleres de Alejandro Borrero -placa de la sección del Cristo-, bajo diseño propio.
Así como la pértiga facilita al acólito principal -pertiguero- la labor de dirección del cuerpo de servidores del altar -en este caso, también el altar portátil que es el trono procesional-, la placa cumple una misión identificativa. Se trata de un pectoral que normalmente se lleva colgado al cuello sobre el ropón, y que habitualmente esgrime bien el blasón de la corporación bien algún elemento alegórico que conecta con la iconografía de los sagrados titulares. Siguiendo lo marcado en otros enseres -como la cruz guía-, estas placas ostentan, respectivamente, la simbología del pelícano y la del corazón traspasado, dos auténticos leitmotivs de la Redención y los Dolores. El diseño de ambas placas, de estilo rococó, se muestra muy cercano al modo en que se configuran las sacras y las cornucopias, auténticos referentes estéticos de estas piezas. El proyecto original partió de los propios talleres de los Hermanos Marín cuando ejecutaron la placa que serviría al cuerpo de acólitos de la sección de la Virgen, y luego se respetó escrupulosamente para efectuar la del Cristo, añadiendo obviamente una nueva simbología.